Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, con factores de riesgo clave como el tabaco, la hipertensión arterial, la obesidad, el consumo de alcohol y la glucosa elevada. A medida que la población envejece, a pesar de una disminución en las tasas de mortalidad ajustadas por enfermedad coronaria, el número absoluto de muertes está aumentando, lo que destaca la importancia del síndrome metabólico como un problema de salud creciente.
Desde el año 1998, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el término "Síndrome metabólico" para referirse a la complicada combinación de factores de riesgo cardiovasculares que están vinculados por una causa subyacente común, posiblemente la resistencia a la insulina. Este conjunto de factores es muy común y está estrechamente relacionado con la obesidad.
EPIDEMIOLOGÍA
De acuerdo a la información proporcionada por el estudio DARIOS (Dyslipaemia, Atherosclerosis Risk and increased hsCRP and Inflammatory and Oxidative status in the Spanish population), la prevalencia del síndrome metabólico en adultos en España alcanza el 31%. Esta cifra es ligeramente mayor en hombres, con un 32%, en comparación con las mujeres, que presentan un 29%.
En Suramérica, se ha registrado una frecuencia general del síndrome metabólico que oscila entre el 18,8% y el 43,3%. En el caso específico de Colombia, un estudio efectuado entre 2014 y 2017 que abarcó a estudiantes universitarios en ciudades como Bogotá, Boyacá y Cali, reveló una prevalencia total de esta entidad del 7,7%. Resultados que demostraron una mayor incidencia en hombres, alcanzando el 11,1%, en contraste con las mujeres, que presentaron un 5,3%. Por otro lado, en la ciudad de Medellín y sus alrededores, se identificó que aproximadamente el 40% de los adultos padecía de síndrome metabólico.
FISIOPATOLOGÍA
El síndrome metabólico se caracteriza por una serie de factores de riesgo cardiovasculares relacionados por un nexo fisiopatológico común que posiblemente sea la resistencia a la insulina. La obesidad desempeña un papel central en la promoción de la resistencia a la insulina, que a su vez contribuye al desarrollo de la diabetes tipo 2 y otras complicaciones metabólicas (Figura 1).
Esta afección multifactorial, involucra factores genéticos, epigenéticos y ambientales como la inactividad física y la mala alimentación, que conducen a la obesidad. Esto provoca cambios en el tejido adiposo, especialmente en la región abdominal, aumentando la secreción de sustancias inflamatorias como el TNF-α, IL-6 y leptina, y la infiltración de células inmunes proinflamatorias. Estos cambios resultan en una dislipidemia aterogénica, inflamación sistémica de bajo grado y resistencia a la insulina.
La dislipidemia aterogénica del síndrome metabólico se manifiesta con niveles elevados de triglicéridos, disminución del colesterol HDL y aumento de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y de la apolipoproteína B (ApoB). Además, el aumento de la resistencia a la insulina contribuye a la liberación de ácidos grasos en la sangre, lo que conlleva una mayor producción de glucosa por parte del hígado y, por lo tanto, hiperglucemia. La acumulación de lípidos en tejidos no adiposos como el hígado, el corazón, el páncreas y los músculos, conocida como lipotoxicidad, resulta en disfunción y muerte celular, y se relaciona con la inflamación, la resistencia a la insulina y el estrés mitocondrial. Esto se atribuye a la acumulación intracelular de metabolitos lipídicos como los triglicéridos intramusculares, ceramidas, diacilglicerol (DAG) y acil coenzima A (acil-CoA) de cadena larga.
DIAGNÓSTICO
La identificación del síndrome metabólico implica la evaluación de múltiples parámetros clínicos y bioquímicos, y se basa en la integración de diversos criterios y definiciones. Para realizar un diagnóstico completo, se deben considerar los siguientes puntos:
Historia clínica y examen físico: Se comienza con una historia clínica detallada y un examen físico completo para evaluar los factores de riesgo y los síntomas asociados al síndrome metabólico, como obesidad, hipertensión, alteraciones en el metabolismo de la glucosa, dislipidemia, entre otros.
Pruebas de laboratorio: Se realizan de medición de varios parámetros, que pueden incluir:
- HbA1c: Para detectar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
- Perfil lipídico: Para evaluar niveles elevados de triglicéridos (TG), lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL).
- Proteína C reactiva y perfil hepático: Para evaluar la inflamación y la función hepática.
Evaluación de enfermedad aterosclerótica: Si hay sospecha de enfermedad aterosclerótica, se pueden realizar pruebas adicionales como un electrocardiograma, una ecocardiografía de esfuerzo, tomografía computarizada por emisión de fotón único de estrés o imágenes de perfusión miocárdica.
Los criterios diagnósticos del síndrome metabólico han variado a lo largo del tiempo y han sido propuestos por diferentes organizaciones médicas (Tabla 1), como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo Europeo de Resistencia a la Insulina (EGIR), el Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol (NCEP ATP III), la Asociación Estadounidense de Endocrinólogos Clínicos (AACE) y la Federación Internacional de la Diabetes (IDF), según la evidencia existente y con el fin de establecer una estrategia de identificación oportuna de los casos para evitar el riesgo de desenlaces desfavorables.
En 2009, varias organizaciones médicas, se reunieron para unificar los criterios diagnósticos (Tabla 1). Según esta definición unificada, se establece el diagnóstico del síndrome metabólico cuando 3 de los 5 factores de riesgo establecidos están presentes. Estos factores incluyen obesidad abdominal, alteración del metabolismo de la glucosa, hipertensión, niveles elevados de triglicéridos y niveles bajos de HDL.
Es importante destacar que los criterios de diagnóstico pueden variar según la población y la región geográfica, y se pueden adaptar a grupos étnicos específicos. Por lo tanto, se recomienda utilizar medidas adecuadas para cada población, como el perímetro abdominal, y ajustar los puntos de corte según sea necesario.
TRATAMIENTO
El enfoque terapéutico del síndrome metabólico debe ser integral y adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente. El propósito principal es reducir la resistencia a la insulina, prevenir la progresión a la diabetes tipo 2 y disminuir el riesgo cardiovascular a través de cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, el uso de medicamentos específicos.
Modificaciones dietarías: Se recomienda reducir la ingesta de grasas a menos del 25% de las calorías totales y limitar el consumo de grasas saturadas, grasas trans, colesterol y azúcares simples. Sin embargo, no hay una dieta específica recomendada, y la prescripción nutricional personalizada se considera un enfoque prometedor.
Aumento de la actividad física: El ejercicio regular, especialmente el aeróbico durante al menos 60 minutos al día, 5 días a la semana, puede mejorar el perfil de lípidos y los niveles de ácidos grasos en pacientes con obesidad. El ejercicio contribuye a reducir la adiposidad y mejora el perfil cardiometabólico.
Terapia farmacológica: Cuando las intervenciones anteriores no logran los objetivos de control de los factores de riesgo, se puede considerar la terapia farmacológica. En algunos casos, se pueden utilizar medicamentos como las estatinas para reducir el riesgo cardiovascular. También se pueden considerar otros medicamentos como el ezetimibe o los inhibidores de PCSK9, dependiendo del riesgo cardiovascular de cada paciente. Algunos medicamentos aprobados para el control del peso incluyen el orlistat y los análogos del GLP-1. Estos medicamentos pueden ayudar a la pérdida de peso, pero generalmente se utilizan en combinación con cambios en la dieta y la actividad física.
Acompañamiento psicológico: Se han desarrollado terapias cognitivo-conductuales personalizadas para la obesidad, como la terapia cognitivo-conductual personalizada para pacientes con obesidad (CBT-OB) y el Mindfulness Eating (comer con conciencia plena). Estas terapias están diseñadas para ayudar a los pacientes a mantener la pérdida de peso a largo plazo a través de cambios cognitivos y estrategias individualizadas.
El síndrome metabólico es un tema crítico para la salud pública actual, con una incidencia significativa en la población debido a su estrecha relación con las enfermedades cardiovasculares y la Diabetes Mellitus tipo 2, y el mayor riesgo de complicaciones como cardiopatía isquémica, ictus, arteriopatía periférica y más. Comprender sus factores de riesgo, mecanismos fisiopatológicos y asociaciones con otras enfermedades es crucial para que los profesionales de la salud podamos abordar este desafío del siglo XXI de manera que impactemos positivamente en la calidad de vida de nuestros pacientes.
REFERENCIAS:
-Fragozo M. (2022). Síndrome metabólico: revisión de la literatura. Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (BVS).
-Ramírez L., et al. (2022). Síndrome metabólico: Una revisión de criterios internacionales. Revista colombiana de Cardiología.
-Navarro J. (2021). ¿Qué es el Síndrome Cardiometabólico?. RedGDPS.
Aprende más sobre este tema en nuestro webinar