La sífilis es una infección multisistémica causada por la bacteria Treponema pallidum subespecie pallidum. Esta enfermedad de transmisión sexual (ETS) también puede transmitirse verticalmente durante el embarazo. El curso de la infección se divide en cuatro etapas: primaria, secundaria, terciaria y latente. En este artículo, exploraremos el diagnóstico y tratamiento de la sífilis, así como las pruebas serológicas utilizadas para identificar la enfermedad.
Sífilis: Una enfermedad en etapas
Sífilis primaria
La sífilis primaria se presenta en el sitio de inoculación como una úlcera no dolorosa, conocida como chancro, que se resuelve espontáneamente. En aproximadamente el 25% de los pacientes, unas semanas después, esto es seguido por la diseminación sistémica del Treponema pallidum.
Sífilis secundaria
Esta etapa se manifiesta a menudo como un rash maculopapular (que afecta a palmas y plantas), síntomas sistémicos y adenopatías. La sífilis secundaria también puede resolverse espontáneamente sin tratamiento.
Sífilis terciaria o tardía
Después de una fase latente que puede durar varios años, entre el 25 y 40% de los pacientes terminarán con una sífilis terciaria o tardía. Esta etapa puede involucrar cualquier órgano, incluido el sistema nervioso central (neurosífilis), piel, hueso (gomas sifilíticas) y el sistema cardiovascular.
Diagnóstico y pruebas serológicas
El diagnóstico de la sífilis se basa principalmente en la serología. Las pruebas serológicas se dividen en pruebas treponémicas y no treponémicas. Las pruebas no treponémicas tienen poca sensibilidad en algunos estadios de la enfermedad, mientras que las pruebas treponémicas se correlacionan pobremente con la actividad de la enfermedad.
Pruebas no treponémicas
Estas pruebas detectan anticuerpos totales (IgG e IgM) contra antígenos lipoidales liberados por células del huésped dañadas y material lipoproteico de la bacteria. Son cuantitativas y se reportan en títulos. Incluyen el VDRL (Venereal Disease Research Laboratory) y el RPR (reagina plasmática rápida). Son menos sensibles en la sífilis primaria y fases tardías de la enfermedad y acarrean falsos positivos por errores en la interpretación subjetiva.
Pruebas treponémicas
Estas pruebas detectan anticuerpos (generalmente IgG y ocasionalmente IgM) contra una variedad de antígenos del Treponema pallidum. Los resultados suelen ser reportados como reactivos o no reactivos sin reporte de títulos. Estas pruebas son muy sensibles y permanecen reactivas indefinidamente, pero no permiten diferenciar una infección activa de una crónica ni evaluar la respuesta al tratamiento o identificar una reinfección.
Algoritmo diagnóstico
Existen dos algoritmos diagnósticos para la sífilis: el algoritmo tradicional y el algoritmo reverso.
Algoritmo tradicional
En el algoritmo tradicional, se realiza primero una prueba no treponémica y si es positiva, se realiza una prueba treponémica confirmatoria. Sin embargo, debido a la menor sensibilidad de las pruebas no treponémicas en la sífilis primaria y en los estadios tardíos de la enfermedad, este algoritmo podría tener dificultades para diagnosticar a pacientes en estas etapas de la sífilis.
Algoritmo inverso
El algoritmo inverso plantea solicitar primero una prueba treponémica. Si esta es negativa, dada la buena sensibilidad de la prueba, no sería necesario realizar más exámenes y la sífilis queda descartada. Pero si esta prueba es positiva, se debe solicitar una prueba no treponémica, la cual, de ser positiva, confirma el diagnóstico.
Si la prueba treponémica es positiva, pero la no treponémica es negativa, se trata de un resultado discordante y se debe solicitar una tercera prueba, que debe ser un ensayo treponémico diferente al que se solicitó en primera instancia.
Independientemente del algoritmo utilizado, las pruebas de laboratorio deben correlacionarse con los síntomas del paciente y el riesgo que tiene de sífilis para llegar a un diagnóstico más certero.
Se considera una respuesta favorable al tratamiento cuando hay una disminución de dos diluciones (esto es equivalente a decir una disminución de 4 títulos). Por ejemplo, un paciente con títulos pretratamiento en 1:32 y un año después del tratamiento en 1:8, presentó una disminución de dos diluciones y se considera que tuvo una respuesta favorable al tratamiento.
El seguimiento se debe realizar con una prueba no treponémica, como el VDRL o el RPR. La frecuencia del seguimiento varía según la etapa de la enfermedad y el tratamiento aplicado.
Tratamiento de la sífilis
El fármaco de elección para el tratamiento de la sífilis es la penicilina. En general, en la sífilis primaria, secundaria y de latencia precoz (menor de un año), se tratan con penicilina G benzatina en una dosis intramuscular única de 2.4 millones de unidades. La sífilis latente tardía (de más de un año de evolución) o de duración incierta, con líquido cefalorraquídeo (LCR) sin alteraciones que sugieran neurosífilis, se trata con penicilina G benzatina intramuscular en tres dosis de 2.4 millones de unidades cada una (durante tres semanas consecutivas). El tratamiento de la neurosífilis se realiza con penicilina G acuosa intravenosa durante 10 a 14 días.
En pacientes alérgicos a betalactámicos, el tratamiento de elección son las tetraciclinas, excepto en embarazadas y en casos de neurosífilis, en los que se debe intentar la desensibilización a penicilinas.
En resumen, la sífilis es una infección multisistémica que requiere un diagnóstico y tratamiento adecuados para evitar complicaciones graves y garantizar una recuperación completa. Las pruebas serológicas, tanto treponémicas como no treponémicas, son fundamentales para el diagnóstico de la enfermedad, aunque deben complementarse con la evaluación clínica del paciente y el análisis de sus factores de riesgo.
El tratamiento con penicilina es efectivo en la mayoría de los casos, pero debe adaptarse según la etapa de la enfermedad y las condiciones específicas del paciente, como alergias a medicamentos. Además, es esencial llevar a cabo un seguimiento adecuado del paciente para evaluar la efectividad del tratamiento y detectar cualquier signo de reinfección o complicaciones tardías.
La prevención de la sífilis es fundamental, y se basa en prácticas sexuales seguras, como el uso de preservativos, y en la realización de pruebas de detección regulares en individuos sexualmente activos, especialmente en aquellos con múltiples parejas o que se encuentren en grupos de riesgo. Además, las mujeres embarazadas deben someterse a pruebas de detección de sífilis durante el embarazo, ya que la transmisión vertical de la enfermedad puede causar graves problemas de salud en el feto o el recién nacido.
Al informarse sobre la sífilis y mantenerse alerta a los síntomas y factores de riesgo, tanto médicos como pacientes pueden trabajar juntos para diagnosticar y tratar esta infección de manera efectiva, reduciendo así su impacto en la salud pública y en la vida de las personas afectadas.