La infección de las vías urinarias (IVU) se caracteriza por la invasión y replicación de patógenos en el tracto urinario. Es la infección bacteriana más común en niños menores de 2 años y puede ser la primera manifestación de una alteración congénita del tracto urinario. Asimismo, las infecciones del tracto urinario superior (pielonefritis aguda), pueden llevar a cicatrices renales, hipertensión y enfermedad renal crónica. El objetivo de solicitar y realizar imágenes en IVU es identificar anormalidades del tracto urinario que ameriten evaluación y manejo adicional con el fin de modificar el riesgo asociado a infecciones recurrentes y a la enfermedad renal crónica. Sin embargo, se debe tener en cuenta que las imágenes no se deben realizar de manera rutinaria en todos los pacientes, ya que significa exponer a los pacientes a procedimientos invasivos, a radiación e incrementar la preocupación en sus padres. Es por esto que se vuelve primordial tener claras las indicaciones de estas técnicas, acompáñanos en este blog para entender todas las pautas relacionadas con la imagenología en la IVU pediátrica.
Ecografía renal
La ecografía de las vías urinarias (riñón y vejiga) es una prueba no invasiva de menor costo que detalla el tamaño y la forma de los riñones, la presencia de duplicación y dilatación de los uréteres y la existencia de anomalías anatómicas graves. También puede identificar la presencia de abscesos y complicaciones en aquellos pacientes que no mejoran tras el manejo antibiótico instaurado.
Las indicaciones son discutidas y controvertidas según las principales guías de manejo. La Academia Americana de Pediatría recomienda su realización en todos los pacientes entre los 2 a 24 meses de edad tras su primer episodio de IVU febril. Las guías NICE toman una actitud más restrictiva al indicarla solo en pacientes menores de 6 meses y en los mayores de 6 meses que presenten IVU atípica o recurrente. Si bien esta última estrategia es costo efectiva, puede pasar por alto casos de malformaciones o defectos congénitos del tracto urinario por lo que se pueden establecer los siguientes criterios como indicaciones para la realización de ecografía renal en los pacientes:
El momento adecuado para la realización de la ecografía renal depende de la situación clínica. En los pacientes con evolución tórpida se debe realizar lo más pronto posible con el fin de detectar posibles complicaciones, por el contrario, en pacientes que evolucionaron satisfactoriamente, pero cumplen con alguno de los criterios, se debe realizar tras la fase aguda de la enfermedad para evitar falsos positivos.
Cistouretrografía miccional (CUGM)
La CUGM o VCUG por sus siglas en inglés, permite evaluar la anatomía de la uretra y la vejiga. Es el estándar de oro para el diagnóstico del reflujo vesicoureteral (VUR). Es importante tener en cuenta sus desventajas que incluyen la exposición a radiación, la posibilidad de inducir IVU por el paso de la sonda vesical que se requiere para la realización del procedimiento, el alto costo y la incomodidad que genera el procedimiento. Anteriormente, se recomendaba la realización de CUGM a todos los pacientes con primer episodio de IVU febril para evaluar la presencia de VUR. Sin embargo, en la última década estas recomendaciones han sido modificadas ya que la cantidad de pacientes con VUR que requieren manejo quirúrgico, es mínimo.
Por ende, se puede establecer que las indicaciones para realizar CUGM comprenden:
La CUGM se puede realizar tan pronto el paciente se encuentre asintomático, aunque clásicamente se ha diferido hasta 4 a 6 meses después de la infección.
Gammagrafía renal con ácido dimercaptosuccínico (DMSA)
La DMSA es un método confiable para detectar tanto pielonefritis aguda como cicatrices renales. Sus principales desventajas comprenden su alto costo, su carácter invasivo y que requiere la exposición a radiación. Típicamente se recomienda realizarla 6-12 meses tras una infección urinaria febril en pacientes con alto riesgo de cicatrices renales, tales como:
CONCLUSIÓN
La infección urinaria es una infección bacteriana frecuente en los pacientes pediátricos, pudiendo ser la manifestación de defectos congénitos y llevar a complicaciones importantes como la enfermedad renal crónica. Para su abordaje y seguimiento contamos con imágenes de gran utilidad. La ecografía siempre será el primer estudio a realizar en aquellos pacientes menores de 2 años que cursan con su primer episodio febril o en mayores con algún factor de riesgo asociado. La CUGM es útil para diagnosticar el VUR pero tiene unas indicaciones precisas que permiten que se diagnostiquen los grados de mayor significancia clínica. La DSMA tiene dos utilidades principales, de las cuales, el reconocimiento de las cicatrices renales, es el de mayor utilidad.
Si bien las imágenes renales son herramientas útiles y necesarias para detectar alteraciones anatómicas o complicaciones en pacientes pediátricos que cursan con IVU, se deben tener en cuenta sus indicaciones, utilidades y desventajas para evitar la exposición rutinaria de los pacientes a radiación, sondas e imágenes de alto costo.
REFERENCIAS
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